Alfred y Norma
Caminando lentamente, paseando el vestido con el viento, el cabello le huele a flores, las manos frías tocan su cara.
Palidece ante el reflejo de la luna, se mueve a pausas, mira como deja atrás su nombre, se levanta la falda, recordando el afortunado encuentro con la alcantarilla.
Los labios no son ya tan rojos, no sonrien, no pronuncian palabra alguna, no hay brillo en ellos, no besan ni seducen.
El famoso regordete, la conduce por todo el jardín, le indica donde poner la mano, como tocarse el cabello, hacer más pausa en su paso cuando hay gente, que se note más el blanco de su vestido, aprovechando que hay luna llena, esas son las mejores tomas.
Él busca otra ventana indiscreta para hacerla lucir; ella por más que se luce no aprende como atrapar a un millonario; él anhela dar de nuevo ese vértigo a la gente, ella nunca creyó que los caballeros las prefieren rubias, él sigue teniendo pájaros en la cabeza y se obsesiona con la psicosis que le provoca el fracaso, con el olvido.
Hoy seguramente pasean por los jardines de los muertos, pavoneandose de cuanto se les pudiera recordar, a veces la mente destierra el recuerdo y para eso están las obras, dejando prueba de sus pasos por estos lados, de su talento ó su belleza.
De cuantas maneras se le puede llamar a alguien, tal vez no sea nombre de pila, pero es ese quien se queda en la memoria, en el corazón, no importa que nómbre traiga la lápida, lo que queda es esa agridulce imagen, esa sensación de salir del cine y verlos una vez más...tal vez ahora sean ellos quienes nos aplaudan cada vez que los recordamos, desde algún lugar del cielo, paseando por un cementerio ó manejándonos a su talento y antojo, gritando: "luces, cámara... acción!".
2 Comments:
Excelente forma de recordar al -Maestro del Suspenso-
Un abrazo Nena.
Qué original Duende! Tendré que conseguir ese DVD y deleitarme en él una vez más.... una rebanada de pan de muerto?
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