Aún llueve afuera

Y sin más, tacha el calendario, un día menos, un día mas .
Un momento en silencio, unas gotas de lluvia en la ventana, un libro viejo medio olvidado y una fotografía en blanco y negro, como presagio.

Un vacio inmenso lo llena, el dolor de perderla no se auscenta, se sienta con soledad, peleando por la cabecera, a veces llega indiferencia, dirige el menú y la sobremesa, se acerca ironía a conducir los temas, zarcasmo insulta su inteligencia y la vida, calladita en la sala de espera.

No hay fecha en el calendario para las fiestas negras, cualquier día parece bueno, sin aniversario se festeja el adiós; el reloj parece enfermo, las horas pasan despacio y el olvido, olvidó llegar a tiempo.

No hubo en su abrazo espacio para él, ni en el corazón un rincón, cualquier momento antes vivido quedára sin sabor, sin olor...mientras en aquella mesa, los comensales discuten, cuál era su mayor defecto ó su peor error; dolor dice que sus besos, soledad que sus paseos, indiferencia no dice nada; ironía alega que no era tan bonita, que además llegó en un mal día; zarcasmo se burla de su partida ...él, llorando, come y bebe, respira y suspira, ensordecido de la charla y el silencio que le baña.

Alguien toca a la puerta, sus pasos asustan a los comensales que uno a uno se levantan de la mesa, dejando en calma aquella pobre consciencia, la vida abre la puerta y ahí está, con los cabellos mojados, los labios pintados y su maleta en la mano...pasos acelerados resuenan en toda la casa, las lágrimas se marchan cuando llega el abrazo y uno a uno de aquellos invitados le ceden la cabecera.
Aún llueve afuera y la vida se sentó a la mesa, dejando por fin su salita de espera