Desierto I
Con el caballo cansado, la luna de testigo, moja sus cabellos en el río ancestral donde se bañáran los reyes de la tierra dorada...con la mirada embriagada de odio, bebe del agua repleta de estrellas.
El desierto le susurra al oído la infamia de que ha sido victima, la luna lo admira y con delirio le desea... culpándose por no acompañarlo de dia.
El caballo de mirada triste le lleva ya lejos, donde encontará al culpable de su desgracia y en el filo de su espada reflejará los ojos moros que traicionáran su corazón.
Su piel, morena, brillante se palidece solo de pensarla...sus ojos, obscuros, profundos, negros, se llenáran con sal cuando la luna no le mira.
De espalda fuerte y cabello espeso se le mira corriendo por el desierto, del dia a la noche, cada vez mas cerca de su destino.
El caballo va triste más que cansado, la espada envainada se calienta para batalla, y aquellos ojos llenos de odio, que se encharcan de sal a escondidas miran de frente, buscando la ciudad entre desiertos escondida...las arenas sienten su trotar, la luna, esa enamorada, abrillanta su camino, él no ve la hora de llegar...
2 Comments:
Angeles: recibo tu -abrazo- con gusto. En efecto, las pausas, como los silencios, nutren màs los sentimientos.
Pero es irremediable querer a veces adelantar la hora, no?
Me recuerda una tarde en Luxor, purificada por las aguas del Nilo, el desierto polvoso en mi cara y el reba;o de chivas por las calles
www.castrodeali.com
Post a Comment
<< Home