El fuego y la luna

Se quedó a esperar en casa, con el agua hirviendo y el pan caliente, el fuego a la entrada y el corazon resplandeciente.
Sus cabellos rubios, lacios, sus mejillas rosadas y frescas, esos ojos mar y las manos largas; de azul vestida; rellena de compota el pye y toca de nuevo sus cabellos para alizarlos, acaricia su rostro, se mira los ojos, se humedece los labios.
Mira el reloj, escucha a sesenta pasos la campanada, siente como hace mas frio, como el sol se esconde.
Con la leña bajo el brazo llega ya cansado de todo el dia, la saluda, no la besa, se come su pye y a ella no la toca, se mete en las sábanas esperando al nuevo dia.
Ella, con sus manos frias, come un poco de aquella compota, sentada junto al fuego mira la luna, nunca noto su cabello arreglado, ni agradeció la cena, ni besó sus labios.
Y se queda esperando, como desde la mañana lo hacia, ella consumiendose en el fuego y él durmiendo en los cuernos de la luna.